Las Constelaciones actúan cuando uno las deja exactamente de la manera en que las vió. Cualquier discusión sobre su contenido destruye la imagen. Lo mismo aplica cuando uno acaba de trabajar, alguno del grupo se le acerca a preguntarle: ¿cómo te ha ido? ¿qué harás ahora? Lo que están haciendo es picotear su alma.

Es fatal, invadir de esta manera el alma de otra persona como si tuviéramos el derecho a hacerlo. Ninguna persona tiene el derecho de hacerlo. Tampoco sirve intentar consolarlo. La persona es fuerte. Quien intenta consolar, es débil. Éste es en realidad quien no soporta el dolor del otro. Porque en el fondo no quiere consolar al otro, sino que utiliza al otro para consolarse a sí mismo. No hay que interferir. Y eso es válido para todo este trabajo.

La persona misma tampoco debe actuar inmediatamente tras una Constelación. Así no funciona. La imagen tiene que descansar en su alma. A veces durante mucho tiempo, quizás medio año o más. Y uno no hace nada para cambiar.

Las imágenes ya actúan, simplemente estando. Y al cabo de un tiempo en el alma se reúne la fuerza necesaria para hacer lo correcto. Aquello que es correcto y bueno será diferente de lo que uno ahora acaba de ver. El alma de la persona sabe mucho más todavía y al final uno sigue a su propia alma y así tiene plena fuerza. Por tanto, no sigue ni al terapeuta ni tampoco a esta imagen. Uno sigue a su alma. Pero esta imagen ha impulsado algo en su alma que posteriormente hace posible el actuar.

Bert Hellinger.